¡Felices fiestas!
Percepciones
Rubén Barrera Millán
En estos días la gente es más amigable, más humana, más caritativa; también se tiene más tiempo para estar con la familia, amigos y colegas de trabajo.
Ya se han realizado las últimas actividades en el trabajo, ya no queda mucho por hacer y los resultados se contabilizarán, ¿cómo habrá salido la empresa?, ¿tendremos trabajo el siguiente año?
Son el tipo de preguntas que nos asedian en estas fechas y los deseos para el siguiente año. El trabajo es algo importante, por ello, para el siguiente año suelen desear que haya trabajo, mucho trabajo… a veces más del necesario.
Hay para quienes el tener dinero quizás sea más importante o el tener éxitos para sentirse realizado en la sociedad, con triunfos en su haber; también hay quien desea salud, pues después de todo, ante la enfermedad, el dinero se pierde para buscar la salud.
¿Qué se puede desear entonces, que de verdad supla las necesidades de las personas, de nuestros amigos, de aquellos a los que más queremos?
El tener éxito en las actividades que emprendes, siempre es reconfortante, es medir tu desempeño y saber que hiciste lo necesario, es el tener un reconocimiento al sobreponerse a obstáculos. Pero al final, el tener éxito es el resultado de muchas variables, algunas identificadas y otras fortuitas. El problema de tener éxito, es que te puedes hacer adicto a él, y encapricharte cuando las cosas no salen como las pensaste, incluso, puede ser que se llegue a convertir en una búsqueda de alabanza personal, un hedonismo.
Desear la felicidad, es un momento transitorio, no siempre se está feliz, se está trabajando, estudiando, como dirían los americanos: “en la búsqueda de su felicidad”, no es un estado continuo sino pasajero.
Riqueza, trabajo, salud, felicidad y éxito no parecen ser suficientes para ser deseados en el siguiente año.
Para aquellos que tienen una fe, una confianza en un ser más poderoso, que vea por ellos y les asista, esta confianza les ayuda a tenerlo todo en cualquier situación.
Si les falta salud, dicen: Que Dios me de fuerza para recupérame y paciencia para soportar los malestares.
Si no tienen dinero dicen: “Dios proveerá” y de lo poco que tienen Dios hace que les rinda, que puedan comprar más baratas las cosas o se ajustan a un nivel de vida menos demandante y aun así son felices.
Si no se sienten felices, en oración a Dios le imploran: “Dios, se tu nuestro guía y contentamiento” y en Él encuentran consuelo y dicha.
Si no logran las metas que se trazaron dicen: “Por algo Dios no me lo ha permitido” y siguen su camino y buscan nuevos objetivos.
¿Podemos decir entonces por antonomasia, que los que creen en Dios son mediocres, conformistas, pobres o faltos de ambición y superación personal? No, pienso más bien que pueden adaptarse y sacar lo mejor de todas las adversidades a las que se enfrentan.
Bien decía en Romanos 8:28 “Y sabemos que los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados…”.
Asi que apreciables lectores en este mi deseo para este 2018 es que:
“La Paz de Dios, nuestro Padre y la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo more y gobierne en sus corazones en este 2018”