La insostenible seguridad pública
Sin un pelo de…
Por Sergio Villa Pérez
En la última semana de 2017 la carga de la muerte ha mantenido su paso, fuerte y permanente sobre la vida de personas que a lo mejor cometieron el error de estar en la mira de los asesinos, pero sin embargo lo que nunca será posible aceptar será la hipocresía de quienes deberían garantizar el derecho fundamental que es: La Vida.
En lo personal no me imagino que mis acciones puedan provocar la molestia de quienes tienen poder y armas; personas a las que la escala de valores ya se les voltió y no tienen ni miedo, ni respeto por los demás; lo único que vale son sus intereses y sus ambiciones.
Primero asesinaron a un líder social, Miguel Magaña; quien apenas había denunciado que las despensas del DIF se estaban desviando hacia otros fines; luego se registró la muerte de Saúl Galindo, diputado local, presidente de la Comisión de Justicia del Congreso; responsable de la designación de fiscales y magistrados.
Aunque también se dijo que quería ser el siguiente presidente municipal de su municipio: Tomatlán.
Pero que acción pudo despertar el odio y la decisión de quien manda a los asesinos para esperarlo a que tomara la carretera a Puerto Vallarta y en un punto cercano a Tomatlán, interceptar su camioneta Ford Lobo; bajarlo del vehículo y frente a su hijo dispararle con armas de fuego para dejarla casi muerto.
Siento el dolor de su hijo al ver morir a su padre, me imagino el dolor y la rabia que lo motivaron a llevar a su padre moribundo a buscar ayuda médica y la impotencia de saber que ya había fallecido.
Pero ese escenario se vive en todo el país, 117 mil muertos se registraron, en lo que va de esta administración de Enrique Peña Nieto, aunque aún no supera el número de Felipe Calderón con 120 mil muertos; la suma de los últimos 12 años 237 mil; y 2017 ha resultado ser el año más violento de todos los tiempos al sumar hasta noviembre más de 23 mil.
Cuáles son las causas: Definitivamente que es la impunidad y las fallas absolutas de las autoridades, que por su ausencia de profesionalismo, han generado que muchos mexicanos puedan decidir violar la ley, asesinar a otros y no recibir castigo.
Lo básico; quienes asesinan impunemente portan armas a la vista de las autoridades y ellas; sobre todo en la parte federal no han podido hacer valer el estado de derecho que es la única oportunidad de que un ciudadano que respeta la ley, pueda vivir en paz y sin ser agredido o afectado por aquellos que no lo hacen.
Pero ya viene el 2018, el proceso electoral habrá de abrir una ventana de oportunidad a los que estén dispuestos a defender su voto y elegir a quienes garanticen que podrán hacer valer la ley y tengan la capacidad para aplicarla.
Pero tampoco se vale usar el dolor de las víctimas y buscar mejorar su posición ante los electores, menos cuando se fue una autoridad que nada hizo para detener esa ola de violencia; que sostuvo a parientes y compadres en los puestos de seguridad púbica a pesar de la ausencia de resultados. No se vale por el dolor de los que pierden a un familiar producto de esa violencia.