Cómo perdió el PRI
Sin un pelo de…
Por Serio Villa Pérez
La pérdida del Partido Revolucionario Institucional (PRI) tiene muchos padres y madres; fue una gran traición que aún no ha sido asimilada, ni por la dirigencia, los candidatos perdedores, la militancia leal y hasta de los mismos contrincantes que se quedaron pasmados por las grandes pérdidas que en ningún escenario catastrófico habían imaginado.
Luego de la rueda de prensa en donde dan la cara el candidato a la gubernatura Miguel Castro Reynoso, el dirigente del Comité Directivo Estatal, Ramiro Hernández García y el jefe de la campaña Raúl Juárez Valencia, eran las mismas caras de José Antonio Meade Kuribreña y Rubén Juárez en la ciudad de México.
Sin embargo contrastan con la cara de Enrique Peña Nieto hoy que recibe en Palacio Nacional a Andrés Manuel López Obrador, cuando aún ni siquiera se lleva a cabo el cómputo de las boletas electorales, cita para mañana en los Comités Distritales del Instituto Nacional Electoral de todo el país.
Fue el hartazgo, le espeté a dos amigos priistas; ellos con molestia, sin coraje ya, respondieron, cada uno por separado, nada no fue el hartazgo de la sociedad, fue la traición de los propios priistas que dinamitaron una institución de la se sirvieron y vivieron y algunos hasta se enriquecieron.
Si ellos lo dicen, debe ser cierto, la catástrofe en el PRI tiene un origen, en la traición de muchos que se dijeron priistas, que ostentaron el adjetivo y en el momento en que no se les dio de nuevo el puesto corrieron como ratas y entregaron el capital político al mejor postor.
Por eso en la mañana aseguraba que a los jaliscienses nos faltó análisis, enfriar la mente y analizar que no se le debe de entregar todo a un solo propósito, en caso de que se le olvide, como podemos recuperar ese cheque en blanco que le entregamos este primero de julio, se lo va a gastar, no le va a ajustar y seguirá gastando con costo al erario y empobreciendo a un pueblo que ya está desesperado de mala calidad de gobierno.