Urgente definición frente a las Fuerzas Armadas
Escaño abierto
Arturo Zamora Jiménez
En este periodo inédito de transición de gobierno, no han sido pocas las declaraciones polémicas y controvertidas del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, pero las que hizo el sábado anterior, en el marco de su gira de agradecimiento por el voto en la Ciudad de México, son muy delicadas, especialmente si se interpretan como un desafío al orden constitucional y las instituciones básicas de la seguridad del Estado, y no dan lugar a mayores explicaciones y a una pronta reconsideración.
En Tlatelolco, el futuro jefe del Ejecutivo federal insistió en que formará una “guardia civil” con miembros del Ejército, la Armada y la Policía Federal, la cual se creará a partir de una reforma al Ejército que propondrá en su momento.
“¿Qué pasaría si regresamos al Ejército a los cuarteles?”, se pregunta López Obrador y responde: “dejaríamos a la gente en la indefensión, porque se creó la PF con ese propósito y no funcionó; se echó a perder…, lo mismo pasa con las policías ministeriales..., están echadas a perder”.
De modo que “la única manera de enfrentar la inseguridad es a través de un nuevo esquema de organización..., sin el uso de la fuerza, como un ‘ejército de paz’, para garantizar la seguridad interior y pública”.
Por ahora y hasta que no cambie de opinión o aclare su propuesta, López Obrador está pensando en una guardia civil, no según la concibe la Constitución General (porque esta función, dice, la cumpliremos todos; “si nos agreden otros países, todos vamos a defender la patria”), sino con elementos de las corporaciones militares a las que acusó de represoras y la Policía Federal a la que se refirió como “echada a perder”.
Tomando como base los dichos de López Obrador, resulta alarmante que si considera que la Policía Federal es deficiente, quiera meter en esa misma dinámica a dos instituciones que por su formación, disciplina y patriotismo son leales a los mexicanos y no sólo cumplen tareas en el ámbito de la seguridad, sino que son reconocidas por su cercanía y apoyo a la gente en casos de desastre natural.
Valdría la pena que, siguiendo su lógica de consultar las decisiones del gobierno, se realicen encuestas entre la población, los integrantes de las Fuerzas Armadas y los especialistas en el tema, para saber si su propuesta es la mejor para garantizar la seguridad de los mexicanos.
Por lo demás, es contradictorio que hace unas semanas el presidente electo se pronunciase por esperar a la resolución de la SCJN sobre la constitucionalidad de la Ley de Seguridad Interior, más aún cuando afirmó ante los gobernadores que enviaría a los estados a grandes contingentes de las fuerzas armadas.
Ojalá que pronto la nación, las organizaciones de la sociedad civil, expertos, diputados, senadores, congresos locales, munícipes y gobernadores conozcamos lo que quiere decir ‘ejército de paz’ y cómo es que éste actuará para lograr seguridad pública e interior sin el uso racional, congruente, oportuno y proporcional de la fuerza, tal como lo establece el Protocolo de Actuación de la Policía Federal.
Hoy, más que nunca, nuestro país vive el riesgo de que instituciones fundamentales para el Estado mexicano, como las Fuerzas Armadas, dejen de servir a los mexicanos. Esta es la amenaza más grave a la seguridad de los mexicanos en la historia contemporánea.
Hacemos votos porque los Poderes de la Unión sigan actuando con el valor, la prudencia y la sabiduría que han mantenido unido a México.