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Los demócratas ganan el control en Estados Unidos


  • Los demócratas pueden haber ganado el control de la Cámara de Representantes, pero la "ola azul" prometida para detener al presidente Donald Trump aún no ha llegado del todo.

Washington, EU a 7 de noviembre de 2018.-Los demócratas ya han superado los 23 escaños que necesitan para ganar el control de la Cámara de Representantes, pasando 26 escaños a los dos de los republicanos al final del día con los votos aún en recuento. Tampoco les fue tan bien en el Senado, al no poder cambiar un solo asiento, mientras que los republicanos ganaron cuatro y mantuvieron la mayoría.

Algunas de las razas más vigiladas también dejaron a los demócratas decepcionados. A pesar de haber recaudado una cantidad récord de efectivo de la campaña ($ 38 millones), Beto O'Rourke no logró destituir al senador republicano Ted Cruz. El republicano Rick DeSantis superó por poco a Andrew Gillum, el alcalde negro de Tallahassee defendido por muchos progresistas, para reemplazar a Rick Scott como gobernador de Florida.

Tomar el control de una casa del Congreso le da a los demócratas parte de la influencia que han estado buscando contra el presidente Trump, aunque aún está por verse si realmente intentarán el juicio político que han estado diciendo desde que se inauguró Trump.

Entre las victorias históricas para los demócratas se encontraban Rashida Tlaib (D-MI) e Ilhan Omar (D-MN), quienes se convirtieron en las primeras mujeres musulmanas elegidas al Congreso, Deb Haaland (D-NM), la primera mujer nativa estadounidense elegida Congreso, Jared Polis, el primer gobernador abiertamente gay en la historia de los Estados Unidos, y Alexandra Ocasio-Cortez (D-NY), la congresista más joven de todos los tiempos.

Los votantes obtuvieron cifras récord para los exámenes parciales, que muchos dentro y fuera del gobierno consideraron como un referéndum sobre la presidencia de Trump.

Muchos de los principales medios de comunicación y los demócratas, por supuesto, tenían grandes esperanzas de una "ola azul". Este martes, sin embargo, la "ola" no llegó.

En la larga noche electoral del martes hubo ecos en Washington del 2 de noviembre de 2010. El partido del inquilino en la Casa Blanca perdió el control de la Cámara de Representantes, pero logró mantener su mayoría en el Senado. La agenda legislativa del presidente quedó en jaque. Le ocurrió entonces al demócrata Barack Obama. Ocho años después, al republicano Donald Trump.

Empieza una nueva era.

Trump, que se había acostumbrado a dictar —aunque a veces con poco éxito— la agenda legislativa a los republicanos que dominaban los dos hemiciclos del Congreso, se verá obligado ahora a negociar con los demócratas. Para un presidente que recela del multilateralismo y cuyo ADN político gira en torno a atizar divisiones, es una incógnita cómo interpretará la necesidad de entenderse con la oposición.

Parece imposible, por ejemplo, que se apruebe cualquier medida restrictiva en inmigración, como el soñado muro con México que pretende levantar Trump. Lo mismo le ocurrirá con sus peticiones de endurecer la protección a inmigrantes o desmantelar la reforma sanitaria de Obama.

En este último asunto es donde recae el mayor riesgo para el presidente. Al controlar la Cámara, los demócratas tendrán la capacidad de iniciar un hipotético proceso de impeachment (destitución) contra Trump en caso de que consideraran que ha podido cometer delitos graves dependiendo del desenlace de la investigación del fiscal especial de la trama rusa, Robert Mueller

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