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Crónica de una crisis institucional anunciada


Escaño abierto

8 de enero de 2019

Arturo Zamora Jiménez[1]

En cosa de cuarenta días, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha logrado desestabilizar la economía, burlar el orden constitucional, angustiar a la sociedad y acercarnos a una crisis inédita. Van aquí diez señales al respecto:

1. El Banco de México acuerda nuevo incremento a la tasa de interés de referencia y alerta sobre la incertidumbre en la economía, más que por causas externas, por la desconfianza que han generado las decisiones de política económica y de inversiones del nuevo gobierno. La inflación repunta como señal de alerta.

2. La violencia crece, pero el presidente lo niega sin más argumento que su dicho y convoca a los jóvenes a integrarse a una Guardia Nacional jurídica e institucionalmente inexistente. El Congreso llama a la sociedad a consultas para debatir una reforma constitucional que el presidente da por aprobada, arguyendo que “no hay tiempo que perder”, aunque se trate de una fórmula rechazada por la sociedad, los gobiernos locales y organizaciones internacionales de derechos humanos.

3. Continúan los despidos masivos de servidores públicos. Ahora son miles de trabajadores del ISSSTE, cuando se esperaría que dicha institución atienda a los trabajadores que cuentan con seguro de gastos médicos.

4. Al presidente “le revuelve el hígado la corrupción”, “abomina” la falta de transparencia, pero miembros de su gabinete no hacen pública o presentan incompleta su declaración de bienes, y omiten declaración de conflicto de intereses.

5. Se inauguran las primeras “universidades” de las 100 prometidas por López Obrador, que resultan ser pequeñas escuelas en zonas indígenas o rurales, sin explicación alguna. A su vez, los padrones de beneficiarios de los nuevos programas asistencialistas se fabrican en la opacidad y carecen de reglas de operación, como mandata la ley, mientras miles de personas de la tercera edad se quedan sin la ayuda que recibían.

6. Se cancelan definitivamente las obras del Nuevo Aeropuerto en Texcoco, mientras arrancan las obras del Tren Maya, sin otra Manifestación de Impacto Ambiental que un “permiso de la Madre Tierra” señalado como farsa por organizaciones de pueblos indígenas.

7. Se aplica un operativo para combatir el huachicoleo que deja a medio país desabastecido, a decenas de miles de familias varadas, a cientos de ciudades sin servicios básicos o urgentes. El presidente pide comprensión, mientras Pemex y el gabinete estudian cómo resolver la crisis que ellos mismos crearon.

8. El gobierno de México desestima el llamado del Grupo Lima al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro y el presidente mexicano recurre al principio de no intervención, mientras el senador Martí Batres declara con franqueza: “suficientes problemas tenemos en nuestro país, como para tratar de meternos en los de otros”.

9. El nuevo secretario de SEDATU se compromete a que 70% de las 500 mil viviendas que, dice, construirán este año, serán para los trabajadores de menores ingresos. En tanto, dejan a CONAVI sin presupuesto para este fin, con lo que cientos de miles de derechohabientes del Infonavit no alcanzarán un crédito y millones de trabajadores de la construcción se quedarán sin empleo.

10. El presidente atiza la confrontación social, llama neofascistas y mezquinos a quienes expresan su desacuerdo con su gobierno, pero se retracta: “quizá debí decir que son tiempos de canallas”.

Ante el desorden sembrado por el gobierno federal, serán fundamentales los poderes públicos y órganos autónomos, la pluralidad política en el Estado, la sociedad, la oposición y los medios de comunicación. El presidente ha de topar con el orden constitucional y con la vocación histórica de la unidad nacional.

[1] Secretario general del CEN del PRI.

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