Libros: Seremos una especie migratoria
Michio Kaku expone en El Futuro de la Humanidad los pasos que se tendrán que dar como única alternativa de evitar la extinción, en un libro que tardó cinco años en ser traducido al castellano
Por Mario Díaz (El Master)
Nuestro destino como especie es abandonar la madre tierra y empezar a explorar los planetas más allá de nuestro sistema solar, pasos que tendremos que ir dando poco a poco tal vez primero estaremos en Marte, alguna colonia en Europa una de las lunas de Júpiter, para entonces deberemos de tener la tecnología y la unión como humanidad en su totalidad para lanzarnos al espacio exterior. De quedarnos aquí sólo existe un destino, la extinción.
Para Michio Kaku, científico y divulgador de estos temas, nuestro destino yace en las estrellas y explica, no por nuestra curiosidad o pasión por los viajes, sino para asegurarnos nuestra propia supervivencia.
Las edades de hielo, los impactos de asteroides, la capacidad de carga finita de la Tierra e incluso la futura muerte del Sol son algunas de las amenazas existenciales que pueden destruir a la humanidad.
Así que, o abandonamos la Tierra o deberemos asumir la idea de nuestra inevitable extinción como especie.
En Nuestro destino final, el Dr. Michio Kaku explora los pasos necesarios para lograr este ambicioso objetivo, describiendo las tecnologías que nos permitirán colonizar y terraformar otros planetas, aprovechar los cielos en busca de materiales preciosos y finalmente establecernos en las estrellas.
En El Futuro de la Humanidad, Kaku nos presenta a lo largo de estas páginas (Penguin Random House, Debate, 407 páginas) a robots autoreplicantes, nanomateriales y cultivos de bioingeniería que permitirán a la humanidad terraformar Marte; las naves nanométricas, las velas láser, las máquinas de fusión ram-jet, los motores antimateria y los cohetes hiperimpulsores que nos llevarán a las estrellas; y las tecnologías radicales que alteran el cuerpo que nos permitirán sobrevivir al largo y agotador viaje de conquista del espacio.
Sus tres partes que componen estos 14 capítulos Kaku va proyectando los tres pasos necesarios para la gran migración: “Salir de la Tierra”, “Viaje a las estrellas” y “La vida en el universo”.
Ofrecemos por cortesía de Penguin Random House, Debate, un vistazo del capítulo 12 que seguros estamos despertará en el lector ese interés por conocer más de este autor y en especial sobre este interesante libro El Futuro de la Humanidad.
“En busca de vida extraterrestre” Un día, los alienígenas llegaron. Venían de tierras lejanas, de las que nadie había oído hablar, en naves prodigiosas, usando una tecnología con la que sólo se podía soñar.
Venían con armaduras y escudos de una fortaleza nunca vista; hablaban un idioma desconocido y traían con ellos extrañas bestias.
Todo el mundo se preguntaba: ¿quiénes son?, ¿de dónde vienen? Algunos decían que eran mensajeros de las estrellas. Otros susurraban que eran como dioses del cielo. Por desgracia, todos estaban equivocados.
El fatídico año es 1519, cuando Moctezuma se encontró con Hernán Cortés y los imperios azteca y español chocaron. Cortés y sus conquistadores no eran mensajeros de los dioses, sino piratas sedientos de oro y de cualquier otra cosa que pudieran saquear.
La civilización azteca había tardado miles de años en salir de los bosques pero, armada sólo con tecnología de la Edad de Bronce, fue derrotada y destruida por los soldados españoles en cuestión de meses.
Cuando nos aventuremos en el espacio exterior, una lección que podríamos aprender de ese trágico ejemplo es que conviene andarse con cuidado. Al fin y al cabo, la tecnología de los aztecas sólo estaba atrasada unos pocos siglos respecto de la de los conquistadores españoles.
Si encontramos otras civilizaciones en el espacio, podrían ser tan avanzadas que sólo podemos imaginar su poder. Si entráramos en guerra con una civilización así, sería como King Kong luchando contra la ardilla Alvin (N. T.: Alvin and the Chipmunk, película animada del año 2000).
El físico Stephen Hawking ya avisó: “Sólo tenemos que mirarnos a nosotros mismos para comprobar cómo podría evolucionar la vida inteligente hasta llegar a algo con lo que no querríamos enfrentarnos” (Arthur C. Clarke dijo en cierta ocasión:
“O bien hay vida inteligente en el universo, o bien no la hay. Cualquiera de las dos cosas es aterradora”). Y aludiendo a las consecuencias del encuentro entre Cristóbal Colón y los nativos americanos, concluía: “Aquello no salió muy bien”.
O como dice el astrobiólogo David Grinspoon: “Si vivieras en una selva que podría estar llena de leones hambrientos, ¿bajarías de un árbol y gritarías ¡hola!?” (Rebecca Boyle, “Why These Scientists Fear Contact with Space Aliens”, NBC News, 8 de febrero de 2017.
Sin embargo, las películas de Hollywood nos han engatusado haciéndonos creer que podemos derrotar a los invasores extraterrestres si su tecnología solo es algunas décadas o unos pocos siglos más avanzada que la nuestra.
Hollywood da por supuesto que podremos vencerlos valiéndonos de algún truco astuto pero primitivo.
En Independence Day, lo único que hay que hacer es infectar con un simple virus informático su sistema operativo para hacerlos claudicar, como si los extraterrestres utilizaran Microsoft Windows. Hasta los científicos cometen el error de descartar la idea de que pueda visitarnos una civilización extraterrestre que viva a muchos años luz de distancia. Pero eso es suponer que las civilizaciones extraterrestres nos aventajan en unos pocos siglos en tecnología.
¿Qué pasa si nos llevan millones de años? En términos cósmicos, un millón de años no es más que un parpadeo.
Cuando se contemplan esas escalas temporales tan dilatadas, se nos abren nuevas leyes física y nuevas tecnologías. A título personal, creo que cualquier civilización espacial avanzada será pacífica.
Si nos llevan millones de años de ventaja, ese es tiempo más que suficiente para que hayan resuelto los antiguos conflictos sectarios, tribales, raciales y fundamentalistas. Pero debemos estar preparados por si no es así. En lugar de tender las manos y enviar radioseñales al espacio, sería más prudente estudiar primero al otro.