Felices Fiestas, truenos, balazos, cuetes, olor a pólvora

Sin un pelo de…

Por Sergio Villa Pérez

Guadalajara, Jalisco a 25 de diciembre de 2019.- Ya pasó la Noche buena, ya llegó la Navidad, y aunque es una fiesta cristiana, se celebra como si fuera el Día de la Independencia, la sociedad se desvela, organiza reuniones familiares en casas, restaurantes, salones o simplemente cierran la calle y abren el volumen de sus sonidos espectaculares.

Así se celebra la navidad en estos tiempos de la 4T, (Qué nada tiene que ver), pero que incluso ya no es sólo Navidad, la modernidad es ¡Felices Fiestas!

Pero se trata de una noche muy estresada, aderezada con alcohol, para el ponche, para el brindis para festejar la llegada del Niño Dios, para nada festejar que se está vivo en esta gran ciudades y en varias de la república mexicana cubiertas por la inseguridad que esta si es responsabilidad de la 4T.

Recuerdo que cuando yo nací no hubo tanto festejo, claro yo no soy el anunciado, ni tengo dotes de santo, soy un simple mortal, eran otros tiempos, menos aún soy un profundo aplicador de la doctrina cristiana que lleva a los que son, a participar de las ceremonias de la Iglesia Católica o de otras iglesias a quienes admiro por su compromiso real y responsable.

Será porque desde antes de ser periodista, siempre me consideré sólo un observador nato, ha sido un gusto ver detalle, escucharlos, valorarlos y encontrar en ellos la profundidad de un tema social, como lo es en este momento la pólvora en manos de los niños, llamadas desesperadas hasta de compañeras, por la explosión de cuetes en manos de los niños que juegan con ellos sin la supervisión de sus padres.

Por la mañana, ya es Navidad y se ven en las calles a hombres desesperados en las tiendas que abren temprano, con sus vehículos cargados de botellas vacías de cervezas, en busca de unas cuantas heladas para resolver sus crudas, calles llenas de basura de los restos de los cuetes que fueron la delicia de pequeños aventándose unos a otros o simplemente para escuchar el sonido estruendo.

Tengo que viajar al pasado, al futuro no se puede aún, para recordar otras navidades; allá en mi pueblo, Salinas, San Luis Potosí, que una vez Vicente Fox la señaló ser la ciudad de nacimiento de Carlos Salinas, pero no su familia era de Nuevo León, allá viví unas posadas diferentes, cantábamos canciones de la navidad, pedíamos posadas, a mi gustaba estar entre los de afuera porque eran los que entraban y podían ir primero a la cena.

Los anfitriones ofrecían sus casas adornadas de nacimientos muy diseñados y abundantes de figuras de la escena de una posible Navidad en Belén, aldeas de pescadores, campesinos, ranchos, cultivos, ganado, pesebre, y ahí las imágenes de un niño en una cuna humilde, sus padres: María, José y dos animales; una vaca y un burro, borreguitos por todos lados.

En las rancherías cercanas o las orillas del pueblo, el festejo era más grande, la gente se organizaba en grupos de pastorela, danzantes, diablo, pastor y los jefes de las familias, cenas interminables de mole con arroz, buñuelos, tamales, exquisito ser invitado.

Hoy desconozco, es posible que todo siga igual, ellos están tan cerca de Dios y tan lejos de la civilización, sólo leo a mis hermanos en el Watts que los invitan a la posada de la familia Paéz, Hernández, a Santa María, a Cochinillas y otros puntos cercanos, al que más invitan es al Profe Villa, que es la figura que con mayor influencia, después del Sacerdote, claro.

Pero el frío pegaba más fuerte y sólo ellos que se acostumbraron a todo, sus colonizadores de esos predios de la meseta central, desde el Estado de México, Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Nuevo León, Tamaulipas, y posiblemente Nayarit, Sinaloa y Sonora, de donde tengo pocas referencias, veían ese mundo de entre pagano y cristiano.

Pero era tranquilo, se gozaba la tradición, hoy la modernidad nos trae riesgos, sufrimiento, pesares, pérdidas de vidas, daños, incendios, niños quemados. Etcétera y etcétera.