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Cállese, no se aceptan reclamaciones



Por Vigaro


Ante la ignominia generada por la incompetencia, la burocracia, la prepotencia y hasta por la insatisfacción que genera el sentirse engañado, ninguneado, ridiculizado o simplemente “chamaqueado”, por la actitud de personas prepotentes y abusivas, en todos los ámbitos, públicos y privados, sin excepción; dando como resultado una inconformidad tan frustrante, dicen algunos que la han sentido, al quedar con cara de “what”, sin opciones.


Cuantos de nosotros hemos enfrentado esos casos de “agandalle”, por ejemplo, los centavos que, por el concepto de pasaje en el servicio público del transporte, simplemente por decreto no regresan, o la mala calidad de un servicio como es el agua que llega a los hogares de nuestras comunidades, que tiene de todo, menos la potabilidad y que es cobrada a precio de las mejores extraídas de un glaciar.


Ejemplos son muchos y en todas partes, a todos los niveles; y aquí surge la pregunta ¿En dónde está la autoridad reguladora? La que frene tanto arbitrio y abusos.


La Cofepris, la Condusef, la Profeco y muchas otras que tienen como origen rector, atender las inconformidades del público afectado por los incumplimientos en el otorgamiento de bienes y servicios, al menos en el papel, así debería ser.


Décadas atrás existía una dependencia federal que supervisaba y ponía ordenamiento y un freno a las empresas abusivas, verificaba que se entregaran pesos y medidas reales, kilos de mil gramos y litros de a litro.


Hoy los comerciantes van por la libre, las gasolineras no se diga, abiertamente se escucha que no dan litros y que mágicamente los tanques de los vehículos pueden adaptarse a la bomba dosificadora, es decir, si dice en la pantalla que le cupieron mil litros a su auto compacto, es la palabra de la bomba la que vale.


Pero así es en todo, los expendedores de frutas, verduras o cereales a granel, ofertan “pesadas” o “medidas” y no kilos, bultos o bolsas a “ojo de buen cubero”, pilas de naranjas o aguacates.

Aquella institución verificadora era la SECOFI, secretaría de Comercio y Fomento Industrial, celosa del cumplimiento de la regulación en básculas y medidas calibradas para garantizar a los consumidores que realmente adquirieran lo justo por su dinero.


Hoy la PROFECO, si esa que usted tenía el tonito cantado de 5, 6, 8, 87, 22 para denunciar y sancionar a los abusivos, hoy parece ser únicamente una revista en las redes, un gigante dormido, mientras la anarquía entre los prestadores de servicios y comerciantes disfrutan de sus abusivas transacciones que no tienen limite.


Hasta esta redacción del Informativo TEN, llegaron denuncias relacionadas con abusos en servicios de cable e internet, con empresas que actúan de manera premeditada y alevosa en contra de la buena voluntad de los usuarios, también de servicios públicos como el pago de agua en cobros desmedidos, el robo de los saldos de las tarjetas del transporte público en despoblado y en particular una serie de casos vinculados con empresas mayoristas de importaciones que han proliferado en las ciudades , hasta donde con publicidad engañosa, atraen a los incautos, confiados en que van a adquirir buenos productos y hasta ahorrarán dinero, una de estas “importadoras” tiene el nombre de Joinet, en esta negociación, al cliente no le vale decir que los artículos pretendidos son marcados en la caja con otros precios, ni tampoco cancelarlos para que le regresen su dinero, mucho menos que le cumplan con su derecho a no adquirir algo si no satisfizo su pretensión, No hay devoluciones de nada, ni de su dinero, tampoco de los accesorios que coloca en el mostrador al momento de pagar.


Esto nos fue reportado y verificamos la manera que en una de estas tiendas ubicada en el cruce de Zaragoza e Independencia en el centro histórico de Guadalajara, en donde al momento de pagar un artículo, fue marcado con otro precio un 20 por ciento más del etiquetado, y al momento de hacer del conocimiento a la cajera de que se encontraba cobrando más de lo que su producto tenía en el anaquel, burlonamente dijo que no se podía hacer nada porque esa era el precio que su máquina tenía programado.


Al indicarle que no lo iba a llevar y que lo cancelara; como ya lo había cobrado, le pidió a otra de sus compañeras que fuera a cancelar la compra, sin embargo, la respuesta fue, ya está marcado y no se puede hacer nada, no le podemos regresar su dinero, allá usted si no quiere llevarse sus cosas.


Ante la ausencia de autoridad en materia de regulación y supervisión comercial, la burocracia oficial que sirve únicamente para perder tiempo en tratar de conciliar con los abusivos.

La única solución es advertir que, esas negociaciones fraudulentas, tienen bien comprobado que venderán su basura, al precio y en las condiciones que ellos quieran, porque lamentablemente en tiempos modernos, la oferta y la demanda, son los únicos referentes para experimentar la voracidad de estos “empresarios” que inundan de accesorios pseudo económicos y poco confiables, ante la complacencia de instituciones muy similares en incompetencia

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