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El respeto se exige



Dr. Luis Octavio Cotero Bernal


El pasado mes de junio, los medios de comunicación nos dieron a conocer información, resultado del homicidio de dos sacerdotes jesuitas, asesinados en el municipio de Urique, Chihuahua, luego de que intentaran ayudar a un hombre herido, quien fungía como guía de turistas y quien también fue ejecutado. Ante tan lamentable suceso, las reacciones de diversos sectores sociales no se hicieron esperar, tanto los integrantes de la Compañía de Jesús, como el actual arzobispo de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, expresaron lo propio ante el brutal asesinato.


“Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”, fue una expresión del padre Javier Ávila, quien de manera muy concreta le pidió al presidente de la república que, revisara su proyecto de seguridad pública, porque no vamos bien y esto, es clamor popular, enfatizó el padre Javier Ávila.


Como es costumbre del titular del ejecutivo federal, no tardó en responder a las expresiones del padre Javier Ávila; sin embargo, es también sabido que, esas expresiones no están revestidas de inteligencia, prudencia, sensatez o coherencia. El titular del ejecutivo, sólo se limitó a responder, lanzando una serie de interrogantes ¿Qué quieren entonces los sacerdotes? ¿Qué resolvamos los problemas con violencia? ¿Vamos a desaparecer a todos? ¿Aportar a la guerra? ¿Por qué no actuaron cuando Calderón de esa manera? ¿Por qué callaron cuando se ordenaban las masacres? ¿Cuándo se puso en práctica, el matarlos en caliente? Fueron algunas de las expresiones que subrayó.


Lo anterior, desde mi muy particular punto de vista, sólo le permite (una vez más), exhibir la ignorancia que, le ha caracterizado a lo largo de su mandato, por ende, deja entrever su nula capacidad y compromiso para garantizar el respeto de los derechos humanos para sólo entonces, ser el titular de un gobierno garante de los derechos de la sociedad.


Nuestra realidad social es otra, es por demás preocupante. Tenemos un gobierno federal distante de siquiera, dejar entrever un poco de intensión para frenar el derramamiento de sangre que, a diario corre a lo largo y ancho de todo el país, aconteciendo además en absoluta impunidad. Lo anterior no es otra cosa, sino un resultado lógico y evidente, partiendo de la protección que ellos (los delincuentes) reciben del propio presidente de la república, de ahí su constante expresión de que, ellos (los delincuentes) también son seres humanos, pasando por alto la saña y la crueldad con la que ejecutan sus actos.


Al día de hoy no hay estrategia de seguridad que, conlleve poner un hasta aquí, desde el gobierno federal, ni en el gobierno estatal, pues en los municipios, también la situación es alarmante, dado el número de policías que han sido asesinados por el crimen organizado, pero eso sí, cuando un elemento es abatido en cumplimiento de su servicio, los directivos con voz y mando, se esmeran y se lucen, al momento de pronunciar el discurso correspondiente. Un discurso vacío, incongruente e increíble, se dirigen a la familia del elemento caído para solidarizarse con su dolor y ha decir de ellos, responsabilizarse de que, a través del estado, no les falte algo. Lo que hace falta es, verificar que, realmente se esté cumpliendo con esos compromisos adquiridos por los municipios y de ser necesario que, inclusive la misma Comisión Estatal de Derechos Humanos sirva de algo, dado lo mucho que nos cuesta mantenerla, no obstante, tan escasos resultados.


Hoy estamos en tiempos en los que, se está convocando para elegir a un nuevo presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, por lo que, es un momento oportuno para que los señores diputados, elijan con el más alto sentido de responsabilidad y situados en el cargo que les fue conferido para elegir, a quien represente con talento, honor, honestidad, lealtad, pero sobre todo con conocimiento y experiencia adquiridos con antelación, esa vacante para la cual se está convocando.


Al gobernador del estado, le digo que es urgente, nos guarde el más elemental respeto que como sociedad le meremos, pues no debe olvidar que, usted está obligado a servirle a la sociedad, a atenderle en todas y cada una de sus necesidades, haciendo uso de los conocimientos y recursos que tiene a su alcance.


Algunos de los temas y problemáticas que, son prioridad para los jaliscienses es, frenar y combatir de inmediato, la desaparición de personas, llevar a la justicia a los feminicidas, erradicar también la impunidad y la corrupción que, reviste a los entes públicos estatales y municipales.


Jamás ha sido mi intención ofenderle y tampoco lo es en esta ocasión, hoy además me dirijo a usted, en calidad de padre con una hija desparecida, uno de los tantos miles de padres que sufrimos la desaparición de un hijo, a quienes además se les incrimina, en aras de tratar de justificar el no hacer algo para lograr su localización e identificación.


Yo soy uno de los tantos miles de padres, a quienes las autoridades no han escuchado, pues siguen sin atender la exigencia de la búsqueda y localización de uno de los amores de mi vida, mi hijita, pues hasta el día de hoy lo sigue siendo y cuya desaparición no ha sido tema de su interés.


Somos muchos los ciudadanos por distintos rumbos del estado, los que hemos tenido que enfrentar los retenes de la delincuencia y el hecho de que, el actual arzobispo de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, se haya atrevido a denunciarlo públicamente, no le da derecho a desmentirlo sin justificación alguna debidamente razonada.


El derecho se exige señor gobernador, ¡basta ya!, Exigimos respeto a la inteligencia y dignidad de los jaliscienses. Estamos hartos de su indiferencia, ante tan preocupante realidad social.


Dr. Luis Octavio Cotero Bernal

Director del Observatorio Académico de Justicia y Seguridad Pública de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara.


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