LA MANIPULACIÓN DE LA 4T
Por Eduardo Campos Flores, Dirigente del Movimiento Antorchista en Jalisco
Como solución a los graves problemas de desempleo, insalubridad, inseguridad, entre otros que afronta nuestro país, el presidente Andrés Manuel López Obrador receta en cada mañana un lenguaje en el que “Pueblo” se emplea tantas veces al hablar como la sal y la comida. En todo lo que dice le agrega una pizca de pueblo: fiesta del pueblo, comunidad del pueblo, cercano al pueblo, surgido del pueblo. El pueblo bueno, el pueblo sabio, confiamos en el pueblo, el pueblo responsable. De acuerdo con algunos politólogos, este lenguaje fue empleado por regímenes autoritarios para manipular a las masas con el fin de hacer ver en su manera el mundo y de promover su propaganda.
Los estudiosos señalan que a través de repetir muchas expresiones millones de veces se llegaron a adoptar en forma mecánica e inconsciente. En la 4T tenemos, por ejemplo, “primero los pobres”, “como anillo al dedo”, “abrazos, no balazos”, “corrupción es fuchi guácala”, “fuchi caca”, “la culpa es del neoliberalismo”, “no somos iguales”, etc. Agregan que con esta estrategia, el lenguaje altera el valor y la frecuencia de las palabras, convierte en bien general lo que antes pertenecía a un individuo o a un grupo minúsculo. Para eso son las mañaneras y su peculiar lenguaje, en las que se manejan dichos y frases como verdades inamovibles, es decir, se promueve el fanatismo y la sugestión de las masas desde Palacio Nacional.
Como resultado de tal perversidad de la 4T es que el líder e ideólogo de los morenistas, Andrés Manuel López Obrador, está haciendo creer a la gente que tiene en sus manos la receta infalible para solucionar sus carencias y padecimientos ancestrales de manera rápida y completa, casi milagrosa, en vez de poner ante los ojos de la multitud las graves dificultades que hay que vencer, el mucho tiempo que se necesita para hacerlo y los grandes sacrificios que tendrán que soportar para alcanzar el paraíso prometido. En esto consiste, desde mi punto de vista, la gravedad de la manipulación del gobierno lopezobradorista, ya que en realidad se trata de un líder que ni cree, ni quiere, ni puede remediar los males seculares de los menesterosos, pero que les hace creer que sabe cómo y que es capaz de hacerlo en un abrir y cerrar de ojos. Engaña y manipula a los hambrientos ingenuos seduciéndolos con la promesa de conducirlos a la tierra prometida, con el único propósito de llevar agua al molino de sus intereses personales o de grupo.
Apoyado en las falsedades, el gobierno de la 4T manipula descaradamente los recursos públicos con fines electorales. La entrega selectiva de los apoyos para los damnificados de Tabasco es un buen ejemplo. El propio titular de la Secretaría del Bienestar declaró, ante medios de comunicación, que el censo de los beneficiarios fue levantado, no por su propio personal, como sería lo correcto, sino por los servidores de la nación, un ejército de asalariados cuya filiación morenista y cuyo trabajo de proselitismo político-electoral son del dominio público. Por lo que hay sobradas razones para sospechar que todo es una maniobra electorera, aprovechando la desgracia de los paisanos de López Obrador.
Otro caso semejante es el manejo de la pandemia de Covid-19. Desde el primer caso confirmado en México, AMLO inició su campaña para sembrar en la gente la idea de que el peligro era mínimo. En más de una ocasión invitó a todos a salir a la calle sin temor, a divertirse, a asistir a restaurantes, a darse abrazos y besos en la mejilla. “No pasa nada”, aseguraba contundente. Más tarde, cuando las muertes por el coronavirus se hicieron inocultables, su discurso fue: ya domamos la pandemia; ya aplanamos la curva de los contagios; ya pasó lo peor, ya se ve la luz al final del túnel. Somos ejemplo mundial en el mal manejo del problema. Todo con el propósito de cuidar su imagen de político sabio e infalible y hacer que la gente saliera a la calle y al trabajo para no dañar la utilidad de los grandes negocios.
En medio de todo este lamentable panorama el presidente declara: “El gobierno que encabezo no va a limitar libertades. No soy partidario de medidas coercitivas como las prohibiciones o el toque de queda”, al mismo tiempo que aconsejaba: “Actuemos este mes de diciembre con mucha responsabilidad para evitar contagios, mientras no tengamos la vacuna, lo mejor de todo, lo más eficaz, es cuidarnos nosotros mismos”. Fingiéndose un adalid de la libertad individual, deja a cada uno la decisión de salir o no, y lo hace responsable absoluto de su propia salud, para evadir su responsabilidad de gobernante. Su discurso libertario es puro cuento; una artera manipulación de la ignorancia del público sobre la pandemia.
Otro ejemplo de la manipulación de la 4T es el supuesto combate a la corrupción y a la pregonada honestidad del morenista. Son sobradamente conocidos los casos de corrupción de familiares y funcionarios del primer círculo de López Obrador, ventilados y puntualmente demostrados por los medios. Además, el otro ángulo del problema, la entrega de contratos millonarios a empresas fantasma. En lo que va del 2020, el 79.8 por ciento de los contratos del gobierno han sido dados por adjudicación directa. «Vamos rumbo al récord de la década» afirma Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.
A todos estos y otros señalamientos el tabasqueño contesta con las mismas frasecitas: “En mi gobierno no se tolera la corrupción. No somos iguales”. Como acabamos de ver, hoy se cometen las mismas corruptelas y las mismas prácticas sucias del pasado, solo que antes se hacían en lo obscuro y ahora se hacen a plena luz, desafiando enteramente quienes no pertenecen a las filas del morenismo en el poder.
Estamos en la antesala de la próxima contienda electoral. Es la oportunidad para arrebatarle el poder al morenismo y poner fin a la denigrante manipulación de la 4T. ¡Votemos masivamente contra Morena y sus aliados!
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