Nazismo mexicano
Por Salvador Mateo, vocero del Movimiento Antorchista en Jalisco
Desde esta modesta colaboración me sumo a la preocupación de destacados líderes sociales quienes, sostienen que México se encamina peligrosamente hacia una dictadura y no es la dictadura del proletariado, porque aquí los trabajadores y el pueblo organizado, es decir, los que producen directamente con sus manos la riqueza de este país, no se ven por ninguna parte. Se trata de la dictadura de clase media y baja llena de rencores, revanchismo y ambición de poder y dinero, representada por un gobernante autoritario dispuesto a cumplir puntualmente los deseos e intereses de sus representados.
Asimismo, coincido en el llamado que están haciendo muchos mexicanos de conciencia limpia para que ante una dictadura impuesta por el engaño y la manipulación, el pueblo ejerza plenamente su derecho a protestar y exija que le devuelvan sus derechos legales y democráticos que le están siendo arrebatados por los morenistas, para que en el próximo proceso electoral pueda elegir libremente el tipo de gobierno que desea. Pues el peligro es real y sus consecuencias serán lamentables, al grado que alguno que otro político morenista llegó a manifestar su preocupación debido a que las medidas emprendidas por el gobierno lopezobradorista en algunos terrenos abren la puerta para la instauración del fascismo en nuestro país.
Considero que las advertencias son oportunas y están debidamente sustentadas. La centralización del poder que está impulsando Morena, a través de sus diputados del Congreso de la Unión, es muy evidente e inocultable. Muchos analistas señalan que esta estrategia es un remedo del nazismo, porque AMLO no es Hitler, ni de lejos. En todo caso, él y su movimiento están gestando un nazismo mexicano, local, ya que como sabemos en Morena caben posturas ideológicas extremas de izquierda y derecha. Con lo cual queda claro que el peligro de la dictadura morenista se cierne únicamente sobre los mexicanos de a pie, a diferencia del nazismo alemán que buscó imponerse sobre otras naciones, algunas más poderosas.
Los hechos de la 4T hablan solos. Como es de nuestro conocimiento, atendiendo las exigencias de Donald Trump, el gobierno de López Obrador tiene desplegada la Guardia Nacional en las fronteras Sur y Norte para impedir el tránsito de centroamericanos hacia los Estados Unidos. No debemos olvidar que a pocos días antes de su triunfo electoral, el discurso de López Obrador comenzó a matizarse y pasó de las denuncias continuas de la xenofobia de Trump a celebrar la colaboración con la Casa Blanca. AMLO se olvidó completamente del muro fronterizo, o sea quedó muy lejos del nacionalismo que llegó a emplear el nazismo alemán para tomar el poder absoluto y lograr que en una Alemania desgajada por la Primera Guerra Mundial, con una economía empobrecida, a ser una potencia mundial en pocos años.
Otra característica del nazismo mexicano en ciernes: si es cierto que el autollamado presidente de la 4T llegó al poder después de 12 años de lucha y lo logró creando su propio partido político: Movimiento Regeneración Nacional, similar a lo que hizo Hitler en su tiempo. Ahora estamos viendo que ya no lo dirige, están a la orden del día las luchas intestinas que se desarrollan para lograr el control del mismo y la evidente carencia de liderazgo que sólo es consecuencia de la falta de coherencia que a esa institución dejó la fuerte dependencia hacia López Obrador, la que se reflejó durante las campañas políticas, cuando dicho partido nombraba candidatos carentes de representatividad pero que eran aclamados cuando AMLO les levantaba la mano en las manifestaciones públicas.
Otra semejanza que encontramos con el dictador germano es el discurso de odio y separación. Hitler insistía en que el pueblo alemán tenía dos enemigos muy bien identificados: los judíos y los marxistas, y promovió la animadversión hacía esos grupos de tal manera que se desató la violencia hacia ellos. El discurso del actual presidente de México, desde la campaña y ahora en el poder, ha procurado dividir a los mexicanos planteando la existencia de enemigos abstractos: La mafia del poder, los “fifís”, concepto en el que encuadra a los medios de comunicación que le contradicen. Todo aquello que no coincida con su ideología o que le contradiga, es un enemigo del pueblo y deja a sus seguidores la decisión de quiénes son los que encuadran en ese concepto.
En México están a la vista las causas de la caída del Nazismo y del Fascismo. Aunque los lideres se afanaron en la construcción de su imagen, perdieron estrepitosamente la confianza de las masas en cuanto dejaron de dar resultados. López Obrador llevó a la recesión la economía y, antes del coronavirus y de la crisis por la caída de los precios del petróleo, perdió más de 20 puntos de aceptación en casi todas las encuestas fiables. En los últimos días estamos viendo a través de las redes sociales una asombrosa incapacidad para entregar ordenadamente apoyos a los damnificados de Tabasco, a pesar de que el censo fue hecho selectivamente por los Servidores de la Nación.
El paralelismo de lo que puede ser llamado el nazismo mexicano con el alemán, hace ver que el ascenso al poder suele tener los mismos caminos y eso explica las semejanzas entre la Alemania Hitleriana y el México de la 4T de hoy. No obstante aunque las posibilidades de sus aterradores alcances son incomparables; dado que en nuestro país la masa está siendo utilizada para quitarle toda responsabilidad al presidente López Obrador y obtener resultados prefijados, acordes a sus prejuicios, ya sea por venganza o por mero ejercicio de una estrategia política, es urgente poner fin a tan abominable pretensión del morenismo.
Es nuestro deber los que queremos una nueva sociedad, un país mejor, incrementar la denuncia hacia la política de AMLO y los morenistas, tenemos la obligación de desenmascarar a los falsos redentores. Los pobres de siempre, debemos organizarnos para llevar al poder a genuinos representantes del pueblo trabajador. No hay otra alternativa. Cumplamos con la tarea que nos ha asignado la historia.
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